sábado, 30 de junio de 2007

Una imagen en la mente

No tengo fotos. No tengo LA foto que quisiera poner acá. Pero la imagen la tengo guardada en mi memoria y difícilmente se me borre. La vi el viernes por la noche en la plaza 9 de Julio, durante el festival en apoyo a los reclamos yerbateros que organizaron algunos chicos de la facultad de Humanidades.

Allá estaban los productores abrazados en el escenario. Uno al lado del otro, todos juntos soportando una vez más el frío y el dolor. Movidos por la dignidad, por el orgullo y por la impotencia ante la injusticia. Fue entre show y show. Entre la mágica guitarra de Rula y los títeres de Kossa Nostra. Entre el insuperable monólogo de Mariana Pizarro y la muchachada de La Chupetona. Ya no recuerdo bien cuándo, pero sí dónde y quiénes. Eran ellos y ellas, que vienen desde lo más adentro de Misiones, dejando sus casas, sus chacras, sus vidas. Estaban subidos arriba, con el alma partida y tristes porque los que trabajan apenas cruzando la calle, los que habitan la casa de gobierno, todavía no los atendieron. Se notaba en sus miradas, que exploraban a la multitud para comprobar que sí hay alguien que los escucha, el pueblo. Se notaba en sus palabras: “nuestros tractores están en nuestro corazón” y “¡gracias Posadas!”, no las voy a olvidar más.

Los veía y pensaba: ¿a esta gente están haciendo sufrir? ¿hay necesidad? ¿tanto cuesta cumplir con lo que piden? Porque no piden aumentos, ellos mismos lo dicen, reclaman un precio justo: que les paguen como se debe la hoja de yerba, que no les roben el fruto de su trabajo. ¿Saben qué quieren? Un mercado consignatario, un control, algo que regule el precio y les dé lo que les corresponde. Nada más.

Ahora lo recuerdo y vuelvo a sentirme como la primera vez, conmovido y acongojado. Tanto sufrimiento y a la vez tanta gratitud para con quien los apoya, para con quien los acompaña. Y no es que el festival se hizo con fines políticos, no fue una excusa para escuchar música. Es que la plaza 9 de Julio muestra hoy, a pocos pasos del lujoso shopping y la Calle Paseo, una cara que muchos no quieren conocer. Pero hay que verlos, porque realmente la están pasando mal.

sábado, 23 de junio de 2007

El Poder del Cuarto Poder

Hay una película del director Costa-Gavras donde se muestra crudamente cómo los medios de comunicación manipulan la información y hasta a los propios protagonistas con el fin de ganar en audiencia y conseguir la exclusividad. Se trata de “El Cuarto Poder” (1997) y tiene como actores principales a Dustin Hoffman y John Travolta.

La historia transcurre en un museo donde un ex empleado, Sam Baily (Travolta), toma de rehenes a la directora, un grupo de chicos de una escuela con su maestra y un periodista por accidente. Es que el hombre había ido a reclamarle a su ex jefa por el despido, en un ataque de nervios sacó una escopeta y sin querer hirió al guardia de seguridad, que además era su amigo. Desde ese lugar Max Brackett (Hoffman), el periodista, ayuda a Baily a manejarse ante los medios de comunicación para llevar adelante la situación pero, sobretodo, con la intención de tener la exclusividad del caso y superar a las demás cadenas televisivas. Mientras tanto, los chicos se divierten dentro del museo y el propio Baily les cuenta historias para entretenerlos. Las cosas marchan bien hasta que un viejo rival de Brackett llega a la ciudad para cubrir la noticia y comienza a encarar la historia desde otro lugar más estigmatizante para con Baily que, sumado a la ansiedad e inescrupulosidad de la policía (aunque básicamente de los agentes encubiertos del FBI) y la muerte del amigo baleado por Baily, transforma la situación y acaba con la feliz liberación de los rehenes y, por el contrario, una crisis del accidentado secuestrador que termina suicidándose.

En la película encontramos una reflexión bastante profunda acerca de la ética y la labor periodística. Por empezar, el propio Max Brackett priorizó la noticia antes que el hecho en sí y cuando hizo una llamada desde el baño del museo para avisarle a su compañera lo que estaba sucediendo, le dijo que alertara a las autoridades del canal antes que a la policía. Más adelante, el mismo personaje le recriminó a la chica el hecho que en un momento haya dejado la cámara por ir ayudar al guardia herido, preguntándole si quería ser la noticia o transmitirla. A partir de estas dos situaciones podemos hacernos algunas preguntas: ¿hasta dónde llega el rol del periodista? y ¿cuándo el periodista deja de estar atento a la noticia para volverse un ciudadano común? Porque, Brackett siguió haciendo su labor por más que sabía que estaba viviendo una toma de rehenes; eligió el camino de la primicia y la espectacularidad antes que ponerse en la piel del rehén, que era en definitiva su posición en ese momento. Lo contrario ocurrió con la chica que dejó su rol de camarógrafa para, en un impulso más humano que profesional, auxiliar a una persona que había recibido un balazo, sin importar que las imágenes que podría haber captado hubiesen sido un triunfo para la cadena televisiva en el marco de la competencia por el público.

No obstante, con el correr del film Brackett fue “humanizándose” por así decirlo y comenzó a plantearnos otras cosas. Básicamente nos relató la importancia de la opinión pública y cómo ésta se maneja desde los medios. En ese sentido, llevó adelante un proceso en el cual fue cargando de aspectos positivos la imagen de Sam Baily consiguiendo así que la gente se identificara con él y lo apreciara (por ser un desocupado, un oprimido, un padre de familia desesperado). Pero, funcionó hasta que su máximo rival (que había sido enviado desde Los Ángeles) inició un trabajo contrario en donde la imagen de Baily fue decayendo y la situación fue empeorando, más aún cuando el guardia baleado murió tras unos días de agonía. Llegamos así al final de la película donde, tras liberar a todos los rehenes, el personaje de Travolta se suicidó haciendo estallar unas dinamitas y Brackett, abatido, terminó rodeado de colegas gritando “¡Lo hemos matado! ¡Lo hemos matado!”.

Todo esto nos permite reflexionar acerca de los grados de manipulación de la información que se hace en los medios. Ya que la objetividad es imposible y cualquier producto periodístico tiene cierta carga subjetiva, sería ideal entonces que el mensaje fuese lo menos tendencioso posible. Máxime si la opinión pública, como dice Brackett en una parte del film, es “frívola” y cambia de un día al otro, lo que sumerge a los hechos (y la construcción de realidad que desde ellos se genera) en un peligroso juego. ¿Cuánto de esto habrá en los medios argentinos? ¿Puede ser que los casos García Belsunce y Dalmasso, que tanto venden, estén siendo tratados de esta forma? ¿Hasta dónde llega la construcción de La Noticia del Día?

viernes, 8 de junio de 2007

9 meses sin Jorge Julio López

Pasaron 9 meses. Acaban de nacer varios bebés en Argentina. Hace 9 meses eran concebidos estos hijos como frutos del amor. Pasaron 9 meses. Hace 9 meses una persona que estuvo desaparecida durante la última Dictadura Militar, volvió a desaparecer casualmente cuando uno de sus otrora torturadores estaba por ser condenado a prisión. Sí, ya pasaron 9 meses (fue el 18 de septiembre de 2006), y Jorge Julio López sigue sin aparecer.

Veamos algo que pasó hace dos meses, cuando se cumplieron 7 de su desaparición. En su edición del jueves 19 de abril de 2007 el sitio www.pagina12.com.ar reflejó una marcha realizada el día previo en la que el grupo Justicia Ya! (conformado por varios organismos de Derechos Humanos) reclamaba que el caso fuese atendido como debía y denunciaban numerosas irregularidades que la empañaban de sobremanera. Una de las insólitas líneas de investigación que se había tomado hasta ese momento era la pista de una mujer que decía haber hablado con una amiga que “por las noches se convierte en águila” y supuestamente había visto a Julio López en un campo cercano a La Plata en uno de sus vuelos. Dice el texto de la página web: “Esta declaración provocó la movilización de tres comisarías y un procedimiento que incluyó decenas de traslados, móviles, identificación de personas y declaraciones testimoniales. Pero no fue citado, por ejemplo, el periodista de la agencia alemana DPA que sobre el final del año pasado dijo que tenía datos sobre el supuesto asesinato de Julio López. Tampoco fueron investigados los policías denunciados por López, no se sabe dónde viven y ni siquiera si viven." Queda claro que la situación no era para nada auspiciosa, y por lo que parece tampoco lo es ahora.

Pero lo peor es que casi ni se habla del tema. Los medios de comunicación refieren notas alejadas pero parecería no preocuparles este hecho, como si fuera normal que en Democracia pasasen estas cosas. ¡Y no!, no es ni debe ser normal. ¿Cómo está la causa? ¿Siguen buscándolo? ¿A dónde está? ¿Quiénes se lo llevaron? ¿Por qué pasó esto? No hay respuestas, el amor da sus frutos, el terror también.